"Para seguir a Cristo no necesitamos esperar
hasta que seamos trasladados. El pueblo de Dios
puede hacer eso en esta tierra. Sólo podremos
seguir al Cordero de Dios en los atrios celestiales, si
lo seguimos aquí. Que lo sigamos en el cielo
depende de que guardemos ahora sus
mandamientos. No debemos seguir a Cristo
esporádica o caprichosamente, sólo cuando nos
conviene"
(EG. de White, RH 12.04-1898; CBA, t7, 989)
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