NUESTRA GRAN NECESIDAD: REAVIVAMIENTO Y REFORMA
Cuando buscamos a Jesús, él nos llena con su presencia y poder a través
del don del Espíritu Santo. Anhelamos conocerlo mejor, y para ello el Espíritu
Santo reaviva las facultades espirituales adormecidas del alma. No hay nada que
deseemos más que tener una relación profunda y transformadora con Jesús. El
corazón reavivado experimenta una conexión vital con Jesús a través de la
oración y de su Palabra, y la reforma es el cambio correspondiente que ocurre
en nuestras vidas como resultado del reavivamiento. “Deben realizarse un
reavivamiento y una reforma bajo la ministración del Espíritu Santo.
Reavivamiento y reforma son dos cosas diferentes. Reavivamiento significa una
renovación de la vida espiritual, una vivificación de las facultades de la
mente y del corazón, una resurrección de la muerte espiritual. Reforma
significa una reorganización, un cambio en las ideas y teorías, hábitos y
prácticas. La reforma no producirá los buenos frutos de justicia a menos que
esté relacionada con el reavivamiento del Espíritu. El reavivamiento y la reforma han de
efectuar su obra asignada y deben entremezclarse al hacer esta obra” (Mensajes selectos, t. 1, p. 149). La
reforma no se manifiesta en una actitud de justicia propia que condena a otros
(Gálatas 5:22-24). La obediencia a la voluntad de Dios es la evidencia de todo
verdadero reavivamiento. Nuestro Señor anhela un pueblo reavivado cuyas vidas
reflejen la belleza de Su carácter. No hay nada que el Señor anhele más que un
pueblo deseoso de conocer personalmente su amor y compartirlo con otros.
Instamos a cada administrador, líder de departamento, obrero
institucional, obrero de la salud, colportor, capellán, educador, pastor y miembro
de iglesia a unirse a nosotros para hacer del reavivamiento, la reforma, el
discipulado y la evangelización las prioridades más importantes y urgentes de
nuestras vidas personales y de nuestras áreas de trabajo en el ministerio.
Estamos seguros de que al buscarlo juntos, Dios derramará su Espíritu Santo en
abundancia, se terminará su obra en la Tierra y Jesús volverá. Junto al anciano
apóstol Juan en la Isla de Patmos, clamamos: “¡Ven, Señor Jesús!” (Apocalipsis
22:20).
El documento original fue votado en el Concilio Anual de la Asociación
General el 11/10/2010.
*******************************
Declaración de la Iglesia Adventista del Séptimo Día
en relación al proyecto de Ley del nuevo Código Civil
y Comercial de la Nación.
En los últimos tiempos nuestro
país ha asistido a relevantes modificaciones legislativas.
Como es de público conocimiento,
con la intención de resguardar los derechos de todos el Congreso de la Nación
sancionó, a mediados del año 2010, la ley 26618 que legaliza las uniones de
personas del mismo sexo como matrimonio. Asimismo, en mayo de este año se
promulgaron las leyes 26672 y 26673, conocidas como ley de “muerte digna” y ley
de “identidad de género”, respectivamente.
Los cortos debates que
precedieron a la sanción de estas últimas dos leyes han generado interrogantes respecto
a sus alcances, despertado fuertes emociones y causado no pocas heridas en el
seno de nuestra sociedad, porque se observa una tendencia a neutralizar el rol
de la religión, minimizar su incidencia en la sociedad y eventualmente limitar
su libertad de expresión por medio de leyes antidiscriminatorias.
Uno de los pilares fundamentales
de una sociedad democrática y plural es la libertad. La primera y esencial, es
la libertad de conciencia (lo que cada persona cree en su fuero íntimo) y de
expresión (la manifestación externa de esas creencias). La libertad
religiosa es el buque insignia de esas libertades. La historia enseña que,
indefectiblemente, cuando la libertad religiosa es cercenada naufragan también
las demás libertades.
La Declaración Universal de los
Derechos Humanos de 1948 establece en su Art. 18 que todo hombre tiene derecho
a la libertad de pensamiento, conciencia y religión; y en el Art. 19, que toda
persona tiene derecho a la libertad de opinión y de expresión.
De acuerdo con estos principios,
manifestamos nuestra posición opuesta a cualquier forma de violencia, coerción
o discriminación contra el ser humano, afirmando, por un lado, el debido
respeto a todas las personas independientemente de sus elecciones éticas y
sexuales, y, por el otro, afirmando también el derecho de cada persona a la
libertad de conciencia y expresión.
Hace algunos días el Poder
Ejecutivo envió al Senado el proyecto que procura la unificación y reforma de
los códigos civil y comercial. Si bien felicitamos al Estado por impulsar esta
reforma y actualización, consideramos que por las implicancias del mismo
requieren de un amplio análisis.
El proyecto contiene una serie de
propuestas que implican un profundo cambio en el derecho argentino y promueven
soluciones que suponen transformaciones substanciales en cuestiones relativas
al Derecho de Familia. Así, se destacan las modificaciones en asuntos clave
como matrimonio, divorcio, filiación, adopción, fertilización asistida y patria
potestad.
Estos temas están en el corazón
de muchos problemas acuciantes que enfrenta la sociedad. Las instituciones de
la familia y el matrimonio están bajo ataque y enfrentan fuerzas centrífugas
crecientes que las están destrozando.
Los principios y valores, que por
siglos han informado al Derecho de Familia y en particular a las leyes que
regulan el matrimonio, actualmente están siendo cuestionados en forma
creciente. La legislación de nuestro país se ha puesto a la vanguardia de una
tendencia global que ignora el trasfondo moral, histórico, natural y biológico,
y los contenidos éticos de las normas jurídicas que conforman el Derecho de
Familia.
En este contexto, la Iglesia
Adventista del Séptimo Día ha sentido la necesidad de declarar públicamente su
posición con respecto a la objeción de conciencia, el matrimonio, la familia y
la sexualidad humana.
Entendemos que la salud y la
prosperidad de la sociedad están directamente relacionadas con el bienestar de
sus partes constitutivas.
Creemos que el lazo familiar es
el más íntimo y el más sagrado de todas las relaciones humanas y que en el
círculo familiar se satisfacen en forma significativa la necesidad profunda y
permanente de un sentido de pertenencia, de amor y de intimidad.
Sostenemos que la unión monógama
de un hombre y una mujer es el fundamento divinamente ordenado de la familia,
históricamente establecido en la vida social universal, y que es el mejor
ámbito moralmente apropiado para las intimidades sexuales a ella asociadas.
Cualquier atenuación de esa
elevada perspectiva supone, en idéntica medida, una rebaja del ideal al que
debería aspirar la sociedad en su conjunto.
Creemos que todas las personas,
no importa cuál sea su orientación sexual, son hijos de Dios. No aprobamos que
se señale a ningún grupo para hacerlo objeto de burlas o escarnio, y menos de
abuso. Sin embargo, es muy claro que la Palabra de Dios no aprueba un estilo de
vida homosexual; ni lo han hecho las grandes religiones a lo largo de 6.000
años de historia. Los adventistas entendemos que la enseñanza bíblica continúa
siendo válida hoy, porque está anclada en la misma naturaleza de la humanidad.
Por ello estamos convencidos de
que es nuestro deber hacer todo lo que esté a nuestro alcance para fortalecer
la figura del matrimonio a fin, entre otros objetivos, de que todos los niños
disfruten de los beneficios de tener un padre y una madre.
Es precisamente a un marido y a
una esposa, cuyo amor les ha permitido conocerse el uno al otro en un vínculo sexual
profundo, a quienes un niño puede ser confiado. El hijo es la personificación
viviente de su propia unidad. El niño en crecimiento se desarrolla idóneamente
en la atmósfera de unidad y amor matrimonial en el cual fue concebido, y se
beneficia de la relación con cada uno de sus padres naturales.
Es cierto que la tecnología
aplicada a la medicina ha desarrollado varias alternativas destinadas a asistir
a la fertilización humana. Procedimientos como la fecundación asistida, la
fertilización in vitro, el alquiler de vientre y la transferencia embrionaria
proveen cada vez más opciones para ayudar a la fertilización humana. Sin
embargo, junto con el poder que estas tecnologías ponen al alcance del ser
humano, está implícita la responsabilidad de decidir si ellas deben o no ser
utilizadas.
La decisión acerca de utilizar o
no tecnologías aplicadas a la fertilización es un asunto muy íntimo, que debe
ser decidido entre el marido y la esposa, dentro de los límites de la fidelidad
y de la continuidad del matrimonio, sin ninguna coerción. Sin embargo, el
recurso de un tercer participante, como las donaciones de esperma, de óvulo, o
la del denominado “proceso de gestación por sustitución”, implica varios
problemas médicos y éticos que es mejor descartar. Entendemos que el principio
de la identidad familiar y genética es fundamental para el bienestar
individual. Es por esto que cualquier decisión concerniente a la fertilización
asistida debe considerar el impacto que producirá en el niño por nacer. Debe
contemplar el interés superior de este niño, el que comprende el derecho a la
identidad biológica.
Creemos que los valores
cristianos deben ser compartidos, promovidos y protegidos. A la vez, como
cristianos, los adventistas reconocemos el papel legítimo del gobierno
organizado en la sociedad. Apoyamos el derecho del Estado de legislar en
materia secular y apoyamos el acatamiento a dichas leyes.
La Iglesia Adventista del Séptimo
Día defiende, como principio, la separación de la Iglesia y el Estado, lo cual
implica sostener, por una parte, que nunca debería la Iglesia usar su
influencia o su poder para crear leyes que fuercen a otros a que actúen de
acuerdo con sus creencias o prácticas, y por otra, que ningún poder o gobierno
terrenal tiene el derecho a legislar en asuntos religiosos o limitar su
libertad de expresión.
Los adventistas, como activos
promotores de la libertad religiosa, trabajamos para defender la libertad de
conciencia y de religión de todas las personas, en armonía con los instrumentos
de las Naciones Unidas.
En este orden de ideas,
advertimos que las normas contenidas en las leyes referidas en la introducción
de este documento, así como algunas de las disposiciones del Código proyectado,
generarán en más de una oportunidad y en muchas personas un dilema
trascendental, cual es cumplir con una norma jurídica que violenta sus íntimas
convicciones u observar el dictado de su conciencia que le impone el deber de
resistirse al mandato de la norma positiva.
Es por ello que instamos a los
legisladores a incluir en el Código proyectado dispositivos normativos que
garanticen el efectivo ejercicio del derecho a la objeción de conciencia de
cualquier persona o institución religiosa que tuvieran que intervenir en hechos
o actos jurídicos vinculados con las regulaciones contenidas en el mismo.
Ello en armonía con principios fundamentales de la Constitución y los tratados
internacionales con jerarquía constitucional y en el entendimiento de que éste
es un derecho enraizado en la dignidad propia de la persona humana.
Creemos que los asuntos aquí
puestos a la consideración de toda la comunidad son de una naturaleza tan
delicada que merecen una seria meditación y una profunda reflexión por cada uno
de sus miembros, y en especial de quienes tienen la
responsabilidad enorme de legislar para todos.
Buenos Aires, 19 de
junio, 2012
Pr. Jorge Rampogna
Director Prensa y Comunicación
Iglesia Adventista del Séptimo
Día
Unión Argentina – Cel.
15-5009-8120
Pr. Darío Bruno
Director Deberes Cívicos y
Libertad Religiosa
Iglesia Adventista del Séptimo
Día
Unión Argentina – Cel.
15-5006-5516
Nuestra posición Adventista
sobre homosexualidad puede ser vista en:
Nuestra posición Adventista
sobre uniones del mismo sexo puede ser leída en:
Nuestra posición Adventista
sobre los niños pueden ser abordada en:
Nuestra posición Adventista
sobre clonación humana pueden ser leídas en:
Nuestra posición Adventista
sobre intervenciones genéticas pueden ser vistas en:
Nuestra posición Adventista
sobre terapias genéticas pueden ser abordadas en:
Nuestra posición Adventista
sobre el aborto pueden ser leídas en:
**************************************************************************************
No hay comentarios.:
Publicar un comentario