“La luz del Evangelio que irradia de la cruz deCristo condena
el egoísmo y estimula la generosidad y la benevolencia. No
debería ser causa de quejas el hecho de que se nos dirigen
cada vez más invitaciones a dar. En su divina providencia
Dios llama a su pueblo a salir de su esfera de acción limitada
para emprender cosas mayores. Se nos exige un esfuerzo
ilimitado en un tiempo como éste, cuando las tinieblas
morales cubren el mundo. Muchos de los hijos de Dios están
en peligro de dejarse prender en la trampa de la
mundanalidad y avaricia. Deberían comprender que es la
misericordia divina la que multiplica las solicitudes de
recursos. Deben serles presentados blancos que despierten su
benevolencia o no podrán imitar el carácter del gran
Modelo” (EGW, Consejos sobre Obra de la Mayordomía Cristiana, p. 17)
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