Es recurrente, al pensar en el año nuevo, fiestas y demás que tengamos emociones dobles: futuro y pasado.
Nada ha sido tan malo, como para no seguir con esperanza. No somos hijos de Dios porque no padecemos dolores; lo somos porque sabemos quién es el que nos cura.
Y nada ha sido tan bueno, como para no seguir dependiendo de Aquel que nos dio su bendición. No somos hijos de Dios porque nos salen las cosas bien, sino porque con mente agradecida reconocemos la intervención divina.
Un 1° de enero, EGW escribió: “Tengo que librar cada día la buena batalla de la fe. Tengo que ejercer al máximo el poder de la fe…, y obrar como si el Señor ya me hubiera escuchado, contestado y bendecido.” (1887)
Qué buen desafío es tener esta calidad de fe.
Qué buen desafío es tener esta calidad de fe.
Dios te bendiga. Con mucho aprecio,
Daniel Vázquez
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