“Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen”…
esa oración de Cristo por sus enemigos abarcaba
al mundo. Abarcaba a todo pecador que hubiera vivido
desde el principio del mundo o fuese a vivir hasta el fin
del tiempo. Sobre todos recae la culpabilidad de la
crucifixión del Hijo de Dios. A todos se ofrece libremente
el perdón. El que quiere puede tener paz con Dios
y heredar la vida eterna.”...
Elena de White, El Deseado de Todas las Gentes, p. 693-694
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