“El Consolador que Cristo
prometió enviar después de ascender al cielo, es el Espíritu en toda la
plenitud de la Divinidad, poniendo de manifiesto el poder de la gracia divina a
todos los que reciben a Cristo y creen en él como un Salvador personal. Hay
tres personas vivientes en el trío celestial; en el nombre de estos tres
grandes poderes—el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo—son bautizados los que
reciben a Cristo mediante la fe, y esos poderes colaborarán con los súbditos
obedientes del cielo en sus esfuerzos por vivir la nueva vida en Cristo.” E.G.W. (El evangelismo,
cp. 18, pg. 446)
“El
oficio del Espíritu Santo se especifica claramente en las palabras de Cristo:
“Cuando él viniere redargüirá al mundo de pecado, y de justicia, y de juicio.”
Juan 16:8. Es el Espíritu Santo el que convence de pecado. Si el pecador
responde a la influencia vivificadora del Espíritu, será inducido a
arrepentirse y a comprender la importancia de obedecer los requerimientos divinos.
Al
pecador arrepentido, que tiene hambre y sed de justicia, el Espíritu Santo le
revela el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo. “Tomará de lo mío, y
os lo hará saber,” dijo Cristo. “Él os enseñará todas las cosas, y os recordará
todas las cosas que os he dicho.” Juan 16:14; 14:26” E.G.W. (Los hechos
de los apóstoles, cp. 5, pg. 43)
(Tomado del boletín de la Iglesia de Barrio América.)
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