en San Miguel de Tucumán
se firmó este documento, declarando nuestra independencia, como una nueva nación que nacía libre y soberana.
Nunca olvidemos que un día, vino Uno que firmó con su sangre el acta de nuestra definitiva liberación e independencia (del pecado).
Vivamos en esta patria amada y terrenal, como es digno de los ciudadanos que peregrinan hacia la anhelada y siempre eterna Patria Celestial.
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