«Cada mañana consagraos a Dios con vuestros hijos. No
contéis con los meses ni los años; no os pertenecen. Sólo el día presente es
vuestro. Durante sus horas, trabajad por el Maestro, como si fuese vuestro
último día en la tierra. Presentad todos vuestros planes a Dios, a fin de que
él os ayude a ejecutarlos o abandonarlos según lo indique su Providencia.
Aceptad los planes de Dios en lugar de los vuestros, aun cuando esta aceptación
exija que renunciéis a proyectos por largo tiempo acariciados. Así, vuestra
vida será siempre más y más amoldada conforme al ejemplo divino, y “la paz de
Dios, que sobrepuja todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús”. Filipenses 4:7»
E.G.W. Testimonios para
la iglesia, tomo 7, pg. 46